16/12/07

Menores inmigrantes, ¿integración en la sociedad de acogida y desintegración del país de origen?

La asociación Punto de Referencia recoge en este texto la visión de M’hamed Abdelouhaed, educador que trabaja con menores marroquíes en España, sobre las dificultades de estos jóvenes por haber marchado y encontrar de nuevo su lugar.
Punt de Referència* (16/12/2007)
Conocer las culturas no es conocer las personas. Con esta afirmación M’hamed Abdelohuaed Allaoui comenzó su charla sobre la realidad de los adolescentes inmigrantes no acompañados, organizada el 11 de diciembre por la Asociación Punto de Referencia en Barcelona. “Yo mismo, que ya llevo media vida aquí, no sé de dónde soy: ni en Marruecos soy del todo marroquí ni en Cataluña soy del todo catalán, ni de aquí ni de allá”. Conciliar las dos vidas es muy difícil, lo es incluso para un adulto, imaginaos para un adolescente.
De su experiencia como educador, M’hamed Abdelouhaed destaca un aprendizaje, el de trabajar con menores y o/adolescentes inmigrantes con la dificultad que supone no tener los referentes familiares ni de contexto para contrastar la información que te dan. “A los educadores o voluntarios que los apoyamos nos falta toda esta otra información de contexto. Estos jóvenes, como todos los adolescentes, a veces se hacen sus fantasías y esto es lo que te explican”, hace falta no perderlo de vista, recuerda este formador en materia de inmigración.
Cuando se habla de efecto llamada, destaca M’hamed Abdelohuaed, se debe decir que los mismos inmigrantes son cómplices y que juegan un papel muy importante, más que los medios de comunicación o las supuestas políticas de puertas abiertas. “Ningún emigrante explica su realidad a su gente. No lo hacen los adultos, menos todavía los menores y jóvenes. Ellos son los que más deslumbrados vienen por la imagen de éxito de amigos y conocidos”.
Y aun cuando es verdad que hay algún éxito, siempre es al precio de mucho esfuerzo y esto casi nunca se dice. “Muchos de los que convivís con estos jóvenes ya lo sabéis: van locos por fotografiarse al lado de una moto o de algún coche para enviar la foto a casa, para comprarse las bambas de 100 euros o un chándal de moda, porque todas estas cosas son las que crean esta imagen de éxito de la que hablábamos. ¡Y ya les puedes ir diciendo todo lo que su familia podría hacer en Marruecos con estos 100 euros!”
Por mucho que nos pueda alegrar el hecho que estos chicos se comporten como los de aquí, debemos saber que en algún momento les tocará hacer el regreso a sus orígenes. Las visitas a la familia suponen para ellos la posibilidad de volver a ser adolescentes magrebíes y, como apuntó Abdelouahed, una cura contra la fiebre consumista de su sociedad d’acogida: “sólo se valora el euro cuando vuelves al dirham”.
El papel de la familia de origen
Con respecto al papel que juega, a la distancia, la familia de origen, Abdelouhaed considera que, en la mayoría de los casos, es una influencia muy positiva. “El mensaje de las familias acostumbra a ser casi siempre muy educador, del tipo no dejes el trabajo o haz caso de lo que te dicen, y es bueno contar con esto. Pero tampoco hay que olvidar que la sociedad del sur de Marruecos es muy tradicional y carga a la persona con muchas responsabilidades desde bien pequeña”.
Incluso la decisión de migrar o no migrar es, en última instancia, del joven, como si ya fuera un hombre adulto cuando apenas ayer todavía era un niño. Llegan cargados con esta responsabilidad, llevando en la espalda este dilema. De aquí la importancia del primer viaje, del primer regreso. “Visto desde aquí puede sorprender que, a la que el joven consigue la documentación o firma el contrato de trabajo, en vez de ponerse en serio sólo piense en volver a casa. Es muy importante para estos jóvenes volver a casa y demostrar a los suyos que su decisión, su marcha, ha valido la pena”.
El sur de Marruecos, de dónde vienen muchos de estos menores inmigrantes no acompañados, ha cambiado mucho. “Acabo de llegar de allá, yo soy bereber, de un pueblo del Atlas y cada vez que voy me sorprendo más. Yo, cuando era pequeño, casi ni salía de mi pueblo y ahora tenemos estos jóvenes que se embarcan en viajes increíbles sin que nadie se lo acabe de explicar, ni tampoco los expertos con quienes hace pocos días me reuní en un seminario en Tetuán. En este seminario se argumentó que, desde que la mujer marroquí se ha incorporado al mercado de trabajo, no hay nadie que se haga cargo del núcleo familiar”.
Los cambios en el sistema educativo marroquí también pueden tener algo que ver. “En Marruecos también hemos tenido nuestras LOE y nuestras LOGSE y ahora todo el mundo desconfía del sistema educativo. Aun cuando en Marruecos la enseñanza es gratuita, no sé si lo sabéis, hasta la universitaria”. La emigración viene de la pobreza, se acostumbra a decir, pero Abdelohuaed quiso subrayar que, normalmente, los más pobres no son los que migran: “Lo que hace falta es mucha personalidad, mucho coraje y mucho empujón para tomar esta decisión”.
Integración sin desintegración
Conciliar las dos vidas es muy complicado y en la tentativa se puede caer fácilmente en la radicalización, recuerda Abdelohuaed. “Estos jóvenes no han tenido tiempo de crecer allá, de formarse como personas en su propia sociedad, y lo deben hacer aquí, en una sociedad que no es la suya. Casi no han tenido tiempo de asumir su propia sociedad, su cultura, sus costumbres, y ya deben asumir otros”.
La integración del joven en la sociedad de acogida no debe significar la desintegración de su sociedad de origen. Precisamente, por miedo de esto, muchos de estos jóvenes se acogen a sus señas de identidad como un hierro al rojo vivo. “Ni que sea a la isla de Perejil, como me decía un colega mío: si quieres crear polémica con uno de estos chicos, saca el tema de Perejil... Aun cuando no sepan ni dónde cae en el mapa.
Integración, para M’hamed Abdelohuaed, quiere decir ayudarlos a hacer este balance y a que el mismo joven vaya discerniendo las cosas que le parecen positivas y negativas de aquí y de allá... “Si quieres subir la autoestima de un niño marroquí en la escuela, pídele que escriba cualquier cosa en la pizarra en árabe para que pueda sorprender a sus compañeros con su destreza para escribir de derecha a izquierda, por ejemplo”.
Contra los malentendidos que la diferencia de contextos culturales pueda provocar en la relación de los jóvenes inmigrantes no acompañados con sus educadores o en las relaciones de acompañamiento voluntarias, M’hamed recomienda confianza, hacer trabajar la relación de igual a igual, pero también mucho sentido común y claridad en los límites. “Por mucha intimidad que conseguimos con el joven debemos preservar siempre los espacios formales, como educadores, como padres o como referentes adultos, sino podemos acabar prisioneros de los secretos de familia y convertirnos en guardianes de confidencias que no nos hacen ningún bien a nosotros ni a ellos. Si hay un problema, algo que no va bien, hay que abordarlo y hablar abiertamente”.
En los casos de los menores y adolescentes marroquíes dos cosas juegan a favor de la preservación de estos espacios de formalidad: el alto sentido de la justicia y de la obediencia que se han llevado en la maleta de casa.
Políticas de acogida
Para cerrar su intervención y en respuesta a una pregunta lanzada desde el público, Abdelohuaed hizo una breve referencia a las políticas de acogida. “Ya no nos podemos excusar más en la supuesta novedad del fenómeno de la inmigración en Cataluña o en España porque hace más de 20 años que somos un país de destino para mucha gente de fuera. Y no sólo hace falta trabajar en las políticas de acogida aquí sino también en el país de origen”.
M’hamed Abdelouhaed es presidente de la Asociación Amazan, que trabaja para la promoción sociocultural y el desarrollo y que está impulsando políticas de acogida en pueblos del Atlas. “De alguno de estos pueblos pueden marchar hasta 80 personas cada año hacia aquí. Sólo por reagrupamiento familiar cada año llegan en España unas 86.000 personas”. Para todas ellas, la mayoría mujeres y niños, es mucho más fácil adquirir las herramientas y las nociones básicas para moverse en su sociedad de acogida antes de marchar de casa.
(*) La asociación Punto de Referencia acompaña y da apoyo al colectivo de jóvenes ex tutelados que se encuentran en situación de riesgo de exclusión social, favoreciendo su plena integración y autonomía.

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