19/10/07

La Policía decide crear una sección especial para combatir la delincuencia juvenil

MADRID
Inimputables. Roban bolsos, desvalijan cajeros y tiran de navaja sin pestañear. Son delincuentes, algunos con más de 200 detenciones a los 14 años. Es uno de los problemas más graves para quienes luchan contra la criminalidad de los menores, que año tras año sigue aumentando, y lo que es peor en los asuntos más graves, como los delitos contra las personas y contra el patrimonio (los robos con violencia e intimidación están a la cabeza). El año pasado se abrieron 110.236 diligencias (frente a las 105.262 de 2005) y se detuvo a 94.945 chicos de entre 14 y 17 años, según los datos aportados por la Fiscalía General del Estado (ver tabla) que constata el «incremento generalizado de la delincuencia juvenil».
«No cabe duda de que cada vez son más peligrosos y calcan los patrones de la delincuencia adulta; es decir, se especializan, cuando no ingresan directamente en bandas de «mayores»», dice el Grupo de Menores (Grume) de Madrid.
La Policía, ante la escalada de delitos y su gravedad, tiene previsto crear una sección específica de delincuencia juvenil enmarcada en la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta de la Comisaría General de Policía Judicial, según han confirmado a ABC fuentes policiales. El proyecto, que figura en los objetivos anuales, lleva aplazándose al menos dos años y en principio está concebido como un servicio central operativo, aunque las estadísticas y el control tendrían también un papel importante.
Pero si los menores de 14 a 17 años traen de cabeza a los agentes, los aprendices que ni siquiera llegan a esa edad no les van a la zaga. Los casi niños saben que no les puede ocurrir nada (no tienen responsabilidad penal) y sus padres también. Los cajeros automáticos y grupos de menores rumanos han formado un binomio criminal durante la primavera y el verano en Madrid, en un distrito sí y otro también. «Llegaban tres o cuatro, esperaban a que una persona mayor o una mujer sacara el dinero, le empujaban, le robaban y se largaban», explica un agente. Suelen distraer a la víctima, pero si la maña falla no dudan en recurrir a la fuerza, empujones o golpes e incluso a la navaja.

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