24/3/08

La «abuela acogedora»

Inma, de 17 años, y María, de 14, son las niñas de sus ojos. Son sus nietas. La primera biológica; la segunda no, pero ambas se han criado como hermanas -lo son de madre- en casa de Isabel Hidalgo, una mujer con una vitalidad desbordante, que ronda los sesenta, pero que aparenta, por lo menos, quince menos. Ella se «inventó» una asociación, la de Abuelas Acogedoras de Madrid, que acaba de constituirse legalmente con el nombre de Infancia que Crece en Familia (Increfam).
Isabel se siente una verdadera «abuela acogedora». Ha vivido episodios muy duros y ha visto cómo la vida de su hijo mayor, el padre de Inma, se desmoronaba a cuenta de las drogas. Se armó de valor y decidió plantar cara a esa situación. Su hijo y su pareja tuvieron a Inma, pero no se podían hacer cargo de ella. Ahí estuvo Isabel. La niña ha vivido con los abuelos tan feliz, entre su familia, lejos de un centro de tutela. Como esta situación se dan muchas en Madrid y de lo que trata Increfam es de que los abuelos que se hacen cargo de sus nietos pierdan el miedo a legalizar la situación porque temen que, al saberse, la Administración pueda quitárselos.
«Lo nuestro -dice Isabel Hidalgo- es el acogimiento del menor hasta que la situación de los padres se arregla. A veces no es fácil, porque están en un tratamiento de desintoxicación largo, en prisión o, incluso, hay casos en que fallecen. Los abuelos nos hacemos cargo de los nietos, pero lo principal es legalizar la situación, porque donde mejor están los menores es con su familia».
Nuestra «abuela acogedora» lleva muchos años en el movimiento asociativo y, en especial, el dirigido al mundo de la drogadicción. Porque lo sufrió en carne propia, en la de su hijo. Ha sido directiva de la UNAD (una asociación de ámbito nacional para ayudar al drogodependiente) y, también, ha trabajado en Instituciones Penitenciarias, lo que la ha llevado a pisar cárceles y ver, desde primera línea, presos por culpa de la adicción. «En casa, con las crías, hemos tenido temporadas de pasarlo muy mal. Nacieron y decidimos que había que protegerlas. Que no hubiera ni traumas ni dramas. Que crecieran felices. Lo que ocurre es que el salto generacional es doble. Si de padres a hijos ya hay problemas, imagina lo que es de abuelos a nietos», explica.
«Eso de las noches sin dormir cuando son bebés; llevarlos luego al colegio, sus primeros amores de adolescencia, la fijación de un horario para recogerse... Yo, que soy de las que pasó por aquello de: ¡A las diez en casa!».
«Controlo internet»
Pero a Isabel nunca se le han caído los anillos. Se ha puesto a la última en todo lo que se refiere a jóvenes: en moda, en gustos y en música, incluso ha asistido a cursos de informática. «Yo creía que el ratón es lo que corre delante del gato, pero no, qué va. Es otra cosa. Así controlo, incluso, todo internet y sé dónde se meten las niñas y yo veo si los contenidos son los apropiados», comenta.
El objetivo de Isabel Hidalgo es que su asociación crezca. Hay abuelos, tíos y otros parientes que tienen a menores con ellos. «Que se animen y nos llamen porque queremos ser fuertes y asesorarles. Muchos abuelos necesitan una «guía» para que no se sientan desorientados en la educación de los nietos». Vive en Carabanchel. Allí, en su casa, está de momento la sede de la asociación. «Ahora estoy en la fase de llamar a todas las puertas y a todos los corazones». Seguro que le abrirán. No hay duda.
Publicado en ABC POR MARÍA ISABEL SERRANO. MADRID.

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